Arturo, nuestro perro, nuestro único rey

Esa mirada... 18 de diciembre de 2021



El Negro, Batarazo, Pochonono, entre otros apodos con que te bautizábamos

(Buenos Aires, 2014-Juan Lacaze, 2024)


El día de la adopción, junio 2014

Arturo recién llegado a casa, junio 2014
En la playa de Santa Ana, 2017

Arturo al sol recién bañado


Te acercabas buscando caricias antes de retirarte “a tus aposentos” para dormir. Esta fue una costumbre que tomaste en los últimos tiempos, y que cultivamos. Una mirada tuya, caricias nuestras, sin ellas no te retirabas a dormir, eso era por las noches.

Así eras de convincente con tus rutinas.

Nos miramos cuando te subieron a la camioneta para llevarte a internar. Te compusiste echado, pero con la cabeza erguida y nos miramos, tan sabio, siempre. Nos despedimos, vos te despediste. No entregado, pero sabiendo el fin. Fueron últimos segundos de entereza para dejarnos con calma, imposible. Alcancé a decirte “andá tranquilo, vas a estar bien”, y escondí mi boca porque mentía y dejé que mis ojos se encontraran con los tuyos. Vos sabías. Nos cuidaste en tu despedida hasta el final. Te cuidamos, te amamos.

Creíamos que estarías un par de años más con nosotros, puro egoísmo, eras tan importante para nosotros.

Te extrañamos en tus insistencias, en tu mirada, en los silencios y descansos, también en tus “no hacer caso”.

Deambular y oler era tu pasatiempo favorito cuando íbamos al parque.

A veces mirabas hacia atrás de reojo para saber si estábamos y dónde, pero nunca para responder a un llamado. Era tu revancha animal.

Te “hacía feliz” cada paseo y hacías que fuera el mejor pasatiempo para nosotros en esta ciudad.

Ahora estamos como olvidados de “salir a caminar” o quizá no queremos encontrarnos con tu ausencia.

Te alejabas de gritos humanos fútiles. Te interponías cuando me creías amenazada.

Nadie me recibirá con tanta alegría.


Foto 2016

El dormitorio era el único lugar adonde no entrabas, una de las pocas cosas que incorporaste y respetabas, al principio. Con el tiempo el límite se fue corriendo y en la habitación solíamos ser tres. A veces a los pies, o al lado de nosotros, la siesta a mi lado, la noche del lado de Horacio. En verano debajo de una ventana abierta.

Notable era tu comportamiento cuando viajabas en automóvil, de amigos o taxis. Eras un pasajero más, siempre nos pareció que te encantaban esos traslados y cuando viajábamos en barco, mucho más.

Sociable siempre, buscando mimos, aún de extraños, y vos decías hasta cuándo.

Recuerdo una vez, unos niños se acercaron para acariciarte y luego comenzaron a pedirte que les dieras una y otra pata, una y otra vez, me miraste pidiendo terminar con ese desacierto, y luego con ladrido. No hacíamos ese tipo de juego repetitivo con él, el lugar común para los perros. Tampoco te hacíamos engaños o burlas, no nos gustaba que pasaras por eso.

Amabas a Ezequiel, tu paseador y a su familia. Armaste con esa manada una familia perruna y cuando se encontraban se saludaban con cierto desdén de viejos conocidos.

El saludo expresivo se reservaba para los humanos.

Eras bueno, eras pícaro, te hacías el tonto por conveniencia, no confrontabas. Me cuesta describir la cualidad de tu mirada.

Tantas cosas me recuerdan tu ausencia, me recuerdan tu presencia.

Intenté comenzar el duelo lavando tus pertenencias, una manta, el plato, una correa. Aún falta.

En la casa quedan libros mordidos de tu época de cachorro, muchos tienen tus marcas, tus predilectos, los dos tomos de Wallace Stevens. También portarretratos, alfombras de baño, algún repasador.

Libro de Wallace Stevens, 2014

Por supuesto, las pantuflas, hasta que aprendiste que no había que romperlas y cuando alguno de nosotros se iba o ambos, las llevabas a tu colchón, para tu compañía.

Con el tiempo dejaste de hurgar en el tacho de la basura y desparramarlo todo. Con el tiempo volviste a esa costumbre. Y con el tiempo comenzaste a desobedecernos más que de cachorro, reclamabas más caricias y también apareció un nuevo ritual antes de ir a pasear, dabas vueltas a la mesa hasta dejarte poner la correa, lo mismo hacías antes de empezar a comer.

Tenías tus humanos preferidos (Agus, Lalu, Zulma, Fede, Juju, Charli, Vivi) a quienes festejabas expresivamente cuando nos visitaban, saltabas, corrías, los celebrabas, en el último tiempo con más emoción.

Cómo nos costó aceptar tu alejamiento cuando empezaste a sentirte mal. Esas últimas noches elegiste dormir afuera, no comías, casi no bebías, y habías sido un gran bebedor de agua. Casi no nos mirabas a los ojos como siempre.

Eras bueno. Bueno con nosotros, con las personas en general, cercanas y desconocidas. Eras bueno con otros perros. Medías fuerzas, pero no peleabas. Tenías algún que otro enemigo perro, por algún pasado rival, no te hacían bien los border collie y los pastores alemanes, salvo Destino, tu compañero de Paseos.

Recuerdo aquella vez que te escapaste y corrías sin rumbo por la avenida. Cuando te recuperé, agitada te quise castigar, pero ahí me di cuenta de que te quería demasiado.

Te dejamos en otro país, al lado del río Uruguay. Te gustaba estar allá, disfrutabas la naturaleza tanto o más que nosotros. “Arturo, acá se acuerda de que es perro”, dijo un vecino, con razón.

Estás sobre un médano, cerca del agua. Te extrañamos, pero cuando vemos el río, cuando pensamos en la playa te tenemos cerca y estamos un poco menos tristes.

Después de un paseo en el río, 21 de diciembre 2023

  Última foto, 3 de enero 2024





Andando por la playa, 4 de mayo 2022

Arturo y compañía


Con Siouxie

Transición, con Siouxie,antes de tener colchón propio, 2015



Con Rocco

En casa de Astro, gran compañero

Después de jugar con Astro, en casa de Arturo

Con Firulais julio 2022

Con Felipe y Aragorn, julio 2022



Con Aragorn febrero 2023

Primer viaje a Uruguay, 2017
En la cubierta del barco, mayo 2022 

En el barco, diciembre 2022




Aquel primer encuentro con el río, enero 2017


Descanso en la playa, enero 2017



En la Plaza Irlanda, dejando que lo acaricien



Con Ezequiel y la manada


Primeros compañeros de manada Boti, Destino, la China, Rocco...


En un paseo con la manada

Todos en la camioneta, "ésto no me va"

En la camioneta de paseos, en el asiento del copiloto "¡ésto sí!"


En el Delta del Tigre, verano 2015/2016


Día de playa en Santa Ana, 2017


En el charco


Con Agus en la plaza de El ensueño (Foto Lalu)

Preparando el asado


Caminata después de una noche de tormenta (Foto Lalu)


 
Visita a la Biblioteca, febrero 2023


Cumpleaños de Horacio en pandemia con Agus y Lalu

Horacio hacía Tai chi en pandemia


Con el peluche que le regaló Lalu mayo 2023


Apoyado en Horacio

Mirando fútbol


Apoyado en los pies de Elisa

"Quisiera queso" 24 de noviembre de 2020

Mientras Horacio lee, 2021

En una sesión de acupuntura con Lucía, su veterinaria favorita, 5 septiembre 2023

Con Jimena y Morena


En casa de Ezequiel, con Jimena y Joaquín, cuando me operé, 28 septiembre 2023

Primeros inviernos en Santa Ana

Con Ezequiel Zaidenberg


"La hora del almuerzo" con Siouxie y el pintor

Con Horacio, invierno en el río


Con Elisa, invierno en el río