María Elena Walsh, nuestra juglaresa

mafalda la revue des livres pour enfants



María Elena Walsh, nuestra juglaresa
(1930-2011)

Por Elisa Boland


“Yo canto lo que sucede/
y lo que no puede ser.”

En la Argentina de los años ‘60, María Elena Walsh supo plantarse de manera distinta ante los chicos y el arte destinado a ellos. Irrumpió con humor donde habitaba seriedad mal entendida, donde –salvo excepciones- todo contenía moraleja o moralina y la pedagogía marcaba el rumbo de la lectura. Además, como ella misma dijo “los niños no habían sido descubiertos como negocio y las editoriales les dedicaban escasísimo espacio.”(1)
La obra de Walsh fue una apuesta al juego y al arte que permitió el renacimiento del gusto por la poesía y la canción popular. Con las palabras y la música se corrió del lugar común, para que el mundo pareciera otro por un instante. Si pensamos en un legado, una de sus conquistas estéticas fue renovar “la polémica sobre géneros mayores y menores de la literatura” (2) y hacer literatura desde la marginalidad y lo popular.
Con su trabajo la autora siempre logró cautivar al lector/espectador porque fue más allá de la expectativa, se tratara de un cuento, una canción o comedia musical. A través de su obra cuestionó el concepto de infancia y de literatura infantil que circulaba en la época y, gracias a su propuesta diferente, los niños argentinos encontraron en sus textos una literatura que les pertenecía por primera vez.
Si bien su labor fue multifacética, su reino fue el de la poesía. Ese oficio del verso –en poemas y canciones- le permitió expresar una suave tristeza, tanto como los niveles más divertidos del absurdo y la comicidad, que se manifiestan en sus creaciones para niños.
“Creo que escribir para chicos fue una tarea de reconciliación con el paraíso perdido, una búsqueda de raíces, otro viaje pero en el tiempo. Y me autoconvoqué a un desafío: traducir, no literalmente, sino espiritualmente algunas Nursery Rhymes. Sentía que en español –salvo en coplas y nanas populares- nadie había jugado con las palabras como lo hicieron los ingleses en su lengua. Y en aquel cuarto del Hotel Du Grand Balcon (…) empecé a librar mis primeras batallas hacia la levedad, el verso corto y sonoro, el chiste rimado, todo eso que parece tan fácil…” (3) Es en París, hacia fines de los años ’50, donde MEW empieza a decantar su concepto de poesía social, a buscar nuevas afinidades poéticas y a escribir pensando en un destinatario infantil.
El disparate, la alusión, la parodia y el humor son las armas que la liberaron de sí misma y de su medio para crear por fin un estilo muy personal.

Había nacido el 1º de febrero de 1930 en Ramos Mejía, cerca de la Capital Federal. Sus padres y su abuelo materno eran argentinos, los otros abuelos de origen europeo: andaluza, inglesa e irlandés. Cuatro hermanos mayores, de un matrimonio anterior de su padre, y una hermana completaban una familia de clase media que le brindó un ámbito cultural interesante, con libros, música y la posibilidad de trasladarse a la Capital para escuchar conciertos y ver teatro. Su padre la acompañó en el gusto por la lectura “y a jugar a las rimas y adivinanzas en inglés y en español, como si las palabras fueran otros tantos juguetes”. (4)
 Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de donde egresó a los 18 años, pero durante su carrera sintió que su vocación estaba en las letras. A los quince años comenzó a publicar en revistas sus primeros poemas. Dos años después, en 1947, obtuvo el Premio Municipal de poesía con Otoño imperdonable, elogiado por la crítica de la época y poetas como Juan Ramón Jiménez. Invitada por él y su esposa viajó a los Estados Unidos.
En 1952 viajó a Europa y vivió durante cuatro años en París, donde integró el dúo “Leda y María”, con la folklorista Leda Valladares. Realizaron presentaciones en bares del Barrio Latino y hasta grabaron discos. De regreso en la Argentina viajó por el país cantando y recogiendo coplas y melodías populares, que tanto apreciaba.
Entre 1960 y 1966 publica su obra para niños fundamental: Tutú Marambá, en edición de la autora; La mona Jacinta; La familia Polillal; Circo de bichos y Tres morrongos en editorial Abril; luego se publican Zoo loco; El reino del revés, Dailan Kifki, Cuentopos de Gulubú y Versos tradicionales para cebollitas en editorial Fariña.
Por esos años también se presentan en el teatro los espectáculos para niños Canciones para mirar (1962) y Doña Disparate y Bambuco (1963), muy bien recibidos por los niños y extrañeza de la crítica, por ese universo estético que valorizó al público infantil.
Su producción para niños es muy vasta y continuó hasta 2002, con la novela Hotel Pioho’s Palace.
En la obra de Walsh se cruzan lenguajes y tradiciones: la narrativa inglesa, la versificación española, el folklore hispanoamericano y de su país, junto a la poesía surrealista francesa, logrando construir un disparate con palabras y giros muy argentinos. Las voces de sus textos, la respiración y el espacio eran y siguen siendo, definitivamente, los de su tierra.
Decía que Lewis Carroll y Edward Lear, a quienes consideraba grandes maestros, “fueron sabios ladrones de la tradición” (5) y, como ellos, buscó inspiración en esa fuente. Estando en Europa se dedicó a investigar toda la riqueza heredada en los entretenimientos familiares y convertirse, al igual que sus maestros, en una verdadera “ladrona” de tradiciones. Como resultado de esa práctica surgió una estética diferente, que hizo de la recreación y la intertextualidad rasgos muy característicos de su poética. “Acudo a brujas, ángeles, animales que hablan, etc., quizá porque me siento incapaz de crear toda una mitología nueva a partir de cero. Lo único que pretendí hacer es humanizar un poco la ya existente, darle quizá ternura y borrarle los elementos terroríficos, castigadores.” (6)
Sus libros de poesía para niños Tutú Marambá, El reino del revés y Zoo loco componen un verdadero tesoro intertextual con textos que reenvían a la tradición folklórica hispánica, la tradición oral y literaria, representada por las nursery rhymes, Edward Lear y Levis Carroll y algunos ejemplos de la literatura francesa, como la reescritura de Malborugh… o la deuda con Chantefables et CHantefleurs de Robert Desnos.
Se convirtió en una precursora, tanto para la creación artística como para las reflexiones sobre los temas de la infancia y la cultura destinada a los niños. Su obra fue un verdadero “efecto Walsh”, que abrió las puertas a los escritores y ensayistas que surgieron después.
Ha sido una artista completa y emblemática para la Argentina. Su obra, que en los comienzos fue recibida por la clase media, luego, atravesó las clases sociales y tres generaciones, sin perder vigencia.
Hoy, que sus creaciones son folklore, resulta difícil reconstruir el proceso por el cual ella entró en las casas y en las escuelas del país. Sus canciones siguen circulando como las más conocidas obras de la tradición y sus personajes se han colado en las expresiones de la cultura del país.
MEW fue naturalmente la elegida de los niños. Nadie necesitó imponerla. El suyo es un caso único de aceptación espontánea.  Si bien le fue difícil encontrar editor de su primer libro para niños, cuando se publicó Tutú Marambá, no dejó de reeditarse y se transformó, como casi todos sus libros, en clásicos de la literatura infantil argentina.
 Vale recordar que en 1964 ofreció una charla en la OMEP (Organización Mundial de Enseñanza Preescolar). Diría que el texto elaborado para la ocasión, “La poesía en la primera infancia”, es un auténtico manifiesto sobre la poesía para niños. Ya entonces aparece una MEW firme en sus convicciones y, lejos de querer dogmatizar y hacer teoría burda, se anticipa con planteos novedosos. Cincuenta años después es un artículo muy recomendable para quienes se inician en la educación de los niños más pequeños. Hay en sus palabras un impulso muy profundo y de esa profundidad viene su valor perdurable.

Siempre se manifestó en un lenguaje lúdico y transgresor, con un ritmo y un vocabulario cercanos a la oralidad, entre ingenuo y prosaico, con el que logró plasmar ese “acento épico doméstico”, tan característico de su escritura. Hizo de la sobriedad estilística, la desarticulación del lenguaje y el humor las herramientas que le permitirían lograr sus objetivos sociales: cuestionar y  comunicar. 

Mediante el desorden semántico divierte pero también señala la arbitrariedad del orden establecido, especialmente en épocas de represión y censura. La carta de denuncia sobre la situación que vivía el país en la época de la Dictadura Militar (“Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes”, 1979) es un ejemplo de ello.

Una vez restaurada la democracia, fue convocada para integrar el Consejo de Consolidación de la Democracia, junto a otras personalidades notables del país. Recibió muchas distinciones de carácter nacional e internacional por su producción literaria, como el galardón de Hyghly recomended que le otorgó el IBBY en 1994.

En el año 2000 la editorial Alfaguara lanza la colección Alfa-Walsh que reúne todos sus textos, a la que se suman en 2008 las obras de teatro, nunca antes publicadas.

Falleció en la Ciudad de Buenos el 10 de enero de 2011.




Para mayor información: Boletín Electrónico Imaginaria: www.imaginaria.com.ar

Notas y bibliografía

1) Dujovne, Alicia. María Elena Walsh. Madrid: Júcar, 1982. P. 79.
2) Díaz Rönner, María Adelia. En: Soriano, Marc. La literatura para niños y jóvenes. Trad., adap. y notas de Graciela Montes. Buenos Aires: Colihue, 1995.
3) Dujovne, Alicia. Op. cit. P. 60-61.
4) Walsh, María Elena. En: Chaucha y Palito. Buenos Aires: Alfaguara, 2011. P. 102.
5) Walsh, María Elena. “La poesía en la primera infancia”. En: Desventuras en el país jardín de infantes. Buenos Aires :  Sudamericana, 1993. P. 124.
6) Correspondencia. En: Luraschi, Ilse y Sibbald, Kay. María Elena Walsh o “el desafío de la limitación”. Buenos Aires :  Sudamericana, 1993. P. 93.
7) Origgi, Alicia. Textura del disparate. Estudio crítico de la obra infantil de MEW. Buenos Aires, Lugar editorial, 2004.


*Este artículo fue elaborado en octubre de 2013, por solicitud del Centre National de la Littérature pour la Jeneusse, que funciona dentro de la Bibliothèque National de France, para su publicación en La revue des libres pour enfants. El pedido respondía a que en el Salón del libro de París de 2014, la Argentina sería país invitado y esta publicación se realizaba, como otras actividades, a modo de difundir la producción editorial y la cultura argentina en Francia. El texto se publicó en el nº 275 de La revue des libres pour enfants, junto a otros artículos de autores argentinos de la LIJ, en febrero de 2014 y fue traducido al francés por Michèle Petit.