Interesante descubrimiento es esta página publicada en El
verde de los teléfonos-Guía no oficial- Por nombres, gremios calles y
números-Año 1922. Fue editado por la empresa The Standard Directory
Co., según se cita en la misma página, publicado en Facebock por Mariano
Gaudino (vecino de Villa Elisa).
Se presenta una nómina de abonados, como se decía entonces
para referirse a quienes tenían una línea telefónica, de 1922.
Podemos leer cómo este listado da cuenta del entramado
social de lo que fue Villa Elisa y el dinamismo que provocaban los cambios que
iban ocurriendo en el país y en esta comunidad. Para mencionar algunos
ejemplos, del trabajo rural en los orígenes, hasta los avances tecnológicos y
de la industria y la consecuente generación de empleo, a las leyes laborales: el
trabajo en las Estancias de la zona (Pereyra Iraola, Bell), la instalación de
la Planta receptora de Transradio Internacional (1924), donde trabajó mi padre
y ejerció su labor gremial, también hay que mencionar las empresas fabriles
como OFA (1948), la misma Unión Telefónica, por sólo mencionar algunos hitos,
que propiciaron la movilidad social de los habitantes, convocaron a otros a
afincarse en el pueblo y no sólo para elegir un lugar de descanso y deleite,
sino también para obtener empleo.
También, como dato curioso, una nota al pie dice que no
figuran los números 7 y 13. ¿Seguramente sus usuarios preferían permanecer en
el anonimato? no lo sabremos.
Si recorremos la lista encontraremos a nuestros conocidos o
familiares, familias antiguas de la zona. También, podremos observar quiénes
disponían de línea telefónica entonces: instituciones como la Delegación
Municipal, el colegio de Monjas María Teresa fundado por la familia Pereyra
Iraola en terrenos de su propiedad, profesionales y comercios de la época (el
renombrado almacén de Don Quinto Gaudino frente a la Plaza, por ejemplo) y apellidos
de familias adineradas o incluso pertenecientes a la oligarquía del país que
residían en Villa Elisa o tenían sus casas de verano allí.
Se citan apellidos como Ayerza (donde mi abuela paterna María Ana Mac
Britton de Boland trabajó como planchadora), Uriburu (por la fecha se trata del
hijo de Francisco Uriburu, dueño de la residencia conocida como “el castillo”,
que fuera Ministro de Dardo Rocha, fundador de la ciudad de La Plata). Además
de los ya citados Pereyra Iraola (donde mis abuelos paternos fueron puesteros y
mi abuelo Tomás Boland cuidó de los animales que se exponían en la Sociedad
Rural, llamado por algunos el primer veterinario sin título) y la familia Bell
(en la zona hoy conocida como El Rincón), ambas familias eran propietarias de
los campos que rodeaban al pueblo.
Recordemos que hacia
fines de siglo XIX y comienzos del XX,
cuando se realizan loteos, Villa Elisa por su clima y paisaje se promocionaba
como lugar idílico para disfrutar de la naturaleza y el descanso, además de la
proximidad con la reciente creada capital provincial, la ciudad de La Plata. Esos
eran terrenos de grandes dimensiones, donde después se construyeron mansiones y
palacetes, como era moda entre la “alta sociedad” de entonces, ubicados en la
parte privilegiada en torno al eje fundacional del pueblo en crecimiento.
Mi bisabuela paterna, Carolina Issel de Mac Britton se
afincó en la zona cuando adquirió un pequeño terreno en 1900. Con ella vivieron
mis abuelos y sus once hijos, uno de ellos mi padre Martín Antonio Boland,
“Kaiser”. Nos contaron que Doña Carolina enseñaba los rudimentos de la
escritura y la lectura, desconozco si era maestra con título, pero sabemos que
estaba alfabetizada cuando ingresó al país proveniente del puerto de Hamburgo.
También cuentan que Doña Carolina fumaba en pipa y tenía un
trabuco para su defensa personal. Eran pocos los habitantes de Villa Elisa en
aquella época, todos se conocían. Y en
esa casa rancho de adobe no había línea telefónica.
Un
poco de historia: la compañía que brindaba el servicio se llamaba Compañía
Unión Telefónica, cuya sede central estaba en la calle Defensa 143 de la Ciudad
de Buenos Aires.
La
Unión Telefónica del Río de la Plata (United River Plate Telephone Company)
había surgido en 1882, de la fusión de las primeras empresas de telefonía de la
Argentina: la Société du Pantéléphone (francesa), la Compañía de Teléfono
Gower-Bell (inglesa) y la Compañía Telefónica del Río de La Plata
(norteamericana).
El 4
de enero de 1881 instaló el primer teléfono del país, en la residencia del
entonces ministro de Relaciones Exteriores, Bernardo de Irigoyen. El mismo día también se instalaron
otros teléfonos en las residencias del presidente de la Nación entonces, Julio Argentino Roca en la calle Rivadavia 1783; del presidente de la Municipalidad de Buenos Aires, Marcelo Torcuato de Alvear; del Ministro de Guerra y Marina,
general Benjamín Victorica, y en instituciones como la Sociedad Rural,
el Club del Progreso y el Jockey Club. Todos espacios y personalidades de la
época que solían frecuentar la residencia de Uriburu en Villa Elisa.
En
1929 pasó a manos estadounidenses al ser adquirida por la International
Telephone and Telegraph company (ITT).
En
1946, con la nacionalización de los servicios durante la presidencia Perón se llamó Empresa Mixta Telefónica Argentina
(EMTA, donde el 51% pasaría al Estado y el 49% quedaría en manos privadas, de
ahí el nombre). En 1948 el Gobierno la rebautiza como Teléfonos del
Estado. En 1956 se le cambió por Empresa
Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) hasta que el Gobierno de Carlos Menem, durante
la década del ´90 dispuso su privatización total y la prestación de los
servicios quedó en manos Telecom (Región Norte) y Telefónica (Región Sur) hasta
la actualidad. (Salvo un breve lapso de 1960 en el que se llamó Empresa
Nacional de Teléfonos).
Mi
madre, Elisa Ángela Bogoni, que había nacido en 1923 y era oriunda de City
Bell, se trasladaba a Villa Elisa para trabajar en las oficinas de la Unión Telefónica,
primero en Villa Elisa y luego viajaba a La Plata. Ella que fue empleada de la
empresa desde 1942, tuvo oportunidad de vivir casi todas las etapas, de la
compañía internacional a la nacionalización, de la operadora al teléfono
automático, a la reducción de horas laborales, a la participación a las
ganancias y de vuelta, la privatización fraudulenta…
Conoció
a mi padre, cuando aún trabajaba en Villa Elisa, se casaron en 1951 y vivieron
siempre allí. Cuando se casaron solicitaron una línea, pero no había
disponibilidad. En la casa familiar tuvimos
nuestro teléfono en 1973, cuando yo cumplía quince años.