Logré reunir alguna información sobre José Sebastián Tallon, no encontré demasiado material, pero quería difundir su existencia y el blog me ofrece la oportunidad. A través de estas notas y testimonios busco dar algunos trazos de su vida y obra. Tenía una deuda, con él, porque en un trabajo que hice quedó mal escrito su nombre, y nunca me lo perdono; con los descendientes de irlandeses, por sus antepasados comunes y, sobre todo, porque está considerado un precursor en la literatura para niñes argentina, por su escritura y por pensar en un destinatario infantil.
Así lo rescata María Elena Walsh, en una conferencia de 1964, dice Tallon “publicó su libro Las torres de Nüremberg demasiado temprano, hace ya 40 años, cuando pocos se preocupaban no sólo de escribir sino de comprender una vocación poética dedicada a los niños.” (Walsh, 1993). Asimismo, la investigadora española Carmen Bravo-Villasante lo incluye en su Historia y Antología de la literatura infantil Iberoamericana, y lo ubica, luego de Los precursores, entre Los poetas, junto a Rafael Jijena Sánchez, Germán Berdiales y Fryda Schultz de Mantovani. (Bravo-Villasante, 1987)
Fotografía de José Sebastián Tallon joven
Algunos datos
Tallon (sin acento en la o, como siempre aclaraba), hijo de Jorge Tallon y Luisa Cánepa nació el 17 de septiembre de 1904 en Barracas, Buenos Aires. Vivió en Temperley, allí se hizo muy amigo de Rafael Jijena Sánchez, que siempre lo consideró el único poeta de Temperley, mientras que él consideraba a Jijena Sánchez, como el único poeta llegado a Temperley. Falleció en Buenos Aires el 15 de septiembre de 1954.
Además de poeta, fue dibujante caricaturista, pintor y músico. Escribió cuentos y ensayos. Publicó cuentos para el público infantil en diarios y revistas de su época, especialmente en el diario La Prensa. Colaboró en la Revista Claridad, que con ese nombre se publicó entre 1926 y 1941.
En 1925, cuando era un joven desconocido en el mundo de las letras, publica un libro de poemas La garganta del sapo, editado por la editorial de Jacobo Samet (uno de los pioneros de la edición en la Argentina de los años ´20). Bravo-Villasante nos recuerda que en ese momento “el poeta sólo tiene veinte años y habla de su infancia en Buenos Aires. Los personajes de algunos poemas son tres muchachos. El poeta exalta lo minúsculo de la ciudad, canta al gorrión y hace hablar al sapo. Dos años después, en 1927, publica Las torres de Nüremberg, libro enteramente dedicado a la infancia y cuajado de motivos infantiles. Estos versos para niños -como remarca la autora- contribuyen de modo definitivo a la creación de la literatura infantil argentina.” Pero por Las Torres de Nuremberg será recordado y citado en libros de literatura para niños y antologías escolares.
En la “entrada a la ciudad”, José Sebastián Tallon explica el título a los niños:
“Ésta que llamo Nüremberg, no es/
la ciudad fabulosa de Alemania,/
sino la otra Nüremberg que tiene,/
para sus torres, la primera infancia.
Es la que vino en labios de los cuentos/
Es la ciudad iluminada/
que mi alma niña descubrió en las nubes/
y en el cristal del botellón del agua.”
Como señala Bravo-Villasante, “es la ciudad ideal de la infancia, de los cuentos maravillosos, y en ella viven viejecitos, como Don Regalo y la bondadosa madre de los pájaros (…) Tallon incluye adivinanzas, una divertida canción en jerigonza, historias de gotas de agua y canciones de lluvia en el paraguas.”
Canción en jerigonza de Las torres de Nüremberg. Buenos Aires, Kapelusz, 1963. Fundación Cuatrogatos.
“Su estilo plácido y candoroso se contrapone al de otro escritor de su época que también escribe para niños. Álvaro Yunque (Arístides Gandolfi Herrero) en su libro Jauja, retrata una infancia capaz de actitudes solidarias, generosas y valientes, pero que también encierra la semilla de procederes que vendrán con el tiempo: resentimientos, odios, delaciones y crueldades. De igual modo la presencia de los adultos se dibuja en posturas opuestas. Mientras Tallon rodea a los niños de viejecitos atentos a complacer sus ingenuos reclamos, Yunque muestra a niños decididos a enfrentarse a los mayores ante una injusticia y dentro de la impotencia de su condición infantil, los acusan con una mirada firme y madura.” (2)
Tallon tenía el propósito de ilustrar Las torres de Nüremberg, pero su prematura muerte dejó inconclusa la tarea. El libro, en su edición de 1962, es completado con las ilustraciones de Fernando Colombo.
Se lo identifica con el grupo literario de Boedo que convoca a escritores y poetas como Álvaro Yunque, Raúl González Tuñón, Leónidas Barletta, Castelnuovo y Aristóbulo Echegaray, entre otros. “Los temas preferidos por estos autores son el realismo y la denuncia social y, aunque en este grupo participaban la mayoría de sus amigos, es posible que donde mejor se encuentre representado es en el grupo de Independientes, ya que la poesía de José Pedroni y Conrado Nalé Roxlo por citar a algunos de sus miembros, se destaca especialmente por la temática que evita una confrontación despiadada con la realidad de la época.” (2)
“La difusión de sus libros le permitió conocer a Raúl Gonzalez Tuñón, Luis Emilio Soto y Conrado Nalé Roxlo. Su casa de la calle Brasil 1388 se convirtió en un cenáculo de artistas, al que concurrían Jorge Luis Borges, Luis Franco, Caraffa, Álvaro Yunque, Jijena Sánchez, César Tiempo, y otros, que se reunían los domingos hasta la madrugada de los lunes.” (3) De ese marco de vanguardias de los años ´20 también participa Tallon. "(...) se trata de operaciones fundadoras. También para la vanguardia: de un lado están (...) los tradicionalistas que no quieren correr el riesgo de un arte poco amable con los sentidos; del otro, el nuevo lector, con un perfil imaginario muy parecido al de los escritores que convocan. Por eso, la vanguardia de los veinte no es pedagógica: más que educar, muestra, se exhibe, y provoca." (Sarlo,2003)
Del libro "Exposición de la actual poesía argentina" de César Tiempo y Pedro Vignale, antología de poetas surgidos entre 1922 y 1927- Biblioteca virtual Cervantes
Con posterioridad a su muerte, Aristóbulo Echegaray editó su ensayo El tango en su etapa de música prohibida (1959), que remite a una evocación con elementos autobiográficos, descripción de escenas y personajes y una interpretación de la época y su relación con el tango.
Tapa del libro El tango en su etapa de música prohibida. La Plata, Cuadernos del Instituto Amigos del libro argentino, 1959.
Como señaló también María Elena Walsh en la citada conferencia, Tallon “tuvo en vida poco reconocimiento a su labor. Él consideraba que había obtenido un solo premio: el voto de Alfonsina Storni en un concurso y la declaración que ella hiciera posteriormente consagrándolo uno de los libros más hermosos de nuestra poesía. Sólo mucho después de su muerte se le reconoció el mérito enorme de haber abierto una brecha en la lengua española que hasta ese momento era singularmente pobre en materia de poesía infantil. Tallon se inspiró muy poco en nuestra tradición. Sin duda lo enriquecía mucho más su propia infancia con reminiscencias de la tradición inglesa. Esta tradición -la de las Nursery Rhynes- es la más rica y variada que conozcamos, de curiosa y fuerte vigencia a través de los siglos. Sólo en el siglo pasado empiezan a aparecer las primeras ediciones, porque hasta entonces se habían mantenido vivas por tradición oral.”
La misma tradición en la que se inspirará María Elena Walsh en los años sesenta.
Sobre Tallon otro breve testimonio que refleja su personalidad lo da Javier Villafañe: “creo que escribir es trabajo, es una lucha con una idea. Recuerdo cuando José Sebastián Tallon venía a verme preguntándose adónde van a morir los pájaros y pasábamos horas dándole vueltas a la idea. Después, resultó su hermoso poema”. (Mehl, 1992)
Como si fuera un cuento: fragmentos del ensayo de Fryda Schultz de Mantovani Vida y poesía de José Sebastián Tallon
Tapas del libro de Fryda Schultz de Mantovani para la Colección Compendios Nova de Iniciación Cultural No. 29. Buenos Aires, Nova, 1959 y Buenos Aires, Nova 1974, respectivamente.
“Hubo una vez un hombre” así comienza el ensayo de Fryda Schultz de Mantovani dedicado a Tallon, uno de los trabajos más extensos y detallados sobre la poesía del autor, cuya primera edición es de 1959. Más allá de algunas apreciaciones o modos de expresión con cierto acento antiguo, que puedan resultar ajenos por postura ideológica o lejanía en el tiempo, es interesante rescatar este trabajo por algunos conceptos que la autora manifiesta de manera contundente acerca de la literatura dedicada a la infancia y que de algún modo anticipan debates posteriores, todavía vigentes. Tal como la antinomia nostalgia, moralina, pedagogía, incluso demagogia, frente a la creación estética y la valoración del público infantil. Más adelante leemos en el mismo ensayo: “este es el cuento de un hombre que vivió cincuenta años y casi en la mitad de su vida produjo dos testimonios que probaban su existencia en el tiempo y la de su país en el mundo de lo fantástico”.
“Hubo una vez un hombre cuya existencia se confundió con la fábula de un libro. Había inventado una rara poesía que en tono viril hablaba de la infancia, y como no pudo salir más de ese círculo mágico, optó por guardar silencio. Se llamaba José Sebastián Tallón, y su libro, Las Torres de Nuremberg. Muchos de sus contemporáneos creyeron que, quien así entretenía sus ocios, debía ser hombre de respeto, médico o diplomático, puesto a enhebrar canciones y juegos que sacaba a luz bajo seudónimo. Era lo consabido; en este género de ficción la ambigüedad resulta la regla: un académico puede escribir cuentos de hadas, pero publicarlos anónimos, o en Holanda, a nombre del "hijo del señor Perrault"; y un conde napolitano atribuirlos a las comadres del lugar, para disfrazarse en su dialecto; y Andersen ensayar todos los caminos, desde el de bailarín al de novelista, para acertar solamente hablando con los niños... Pero los que conocían de cerca al autor de Las Torres de Nuremberg sabían que bajo el libro se tocaba el hombre. Y así comienza a amojonarse la historia con los datos de la imaginación; por eso hay que relatarla como si fuera un cuento. Y este es el cuento de un hombre que vivió cincuenta años y casi en la mitad de su vida produjo dos testimonios que probaban su existencia en el tiempo y la de su país en el mundo de lo fantástico”.
(…) “Así lo sintió Tallón, este nieto de viejos inmigrantes irlandeses que, como lo recuerda Lázaro Liacho en su libro Palabra de Hombre, habían venido al Río de la Plata retumbándoles en el corazón las leyendas de sus fantasmas familiares. Quien contempla las lejanas escenas de sus antepasados y las siente vivas y actuales en el caleidoscopio de su alma, ha dado vuelta al reloj, asume su infancia y está dispuesto a ser poeta. Sólo que hay diversas gradaciones en la actitud y en su natural producto. Puede ser la suya una evocativa nostalgia, hecha de beato ensueño, de la que resultan los poetas líricos que rememoran su niñez, y lo que consiguen suele únicamente interesar a los adultos. Pero también puede ser una utilización de sus impresiones y apetencias infantiles, cribadas por la pedagogía: de lo que salen versos para niños que los niños desprecian, porque huelen a enseñanza escuelera o a circo moralista. La otra sólida, que es la de José Sebastián Tallón, se caracteriza por ser una identificación con la infancia: su producto no busca una acogida especial, ni en los niños ni en los hombres: es el acto gratuito, que no mendiga favores ni halaga al lector. Crece silvestre, para que lo dejen estar y lo tome quienquiera que sea. Y de su espíritu participan a la vez los niños y los hombres. Como se ha dicho alguna vez, examinando el fenómeno de ciertas creaciones infantiles perdurables, son las que nos produjeron placer en la infancia y siguen vivas en la madurez, pero con más razonado deleite.”
En La garganta del sapo, que editó Samet en 1925, cuando el autor sólo contaba 20 años, aparecen también sus Poemas de la vereda, en los que llama al bagre "su hermano" y contempla al sapo, mudo testigo y víctima de las jugarretas atroces de una infancia criolla, áspera y canallesca, que se deleita con la riña y goza jugando con la inundación despojadora de los míseros bienes del barrio. (…) Pero esta teoría de muchachos que desfilan por las páginas del primer libro de Tallón, significa, antes que otra cosa, la compenetración simpática del poeta con su contorno humano y físico. Compenetración que lo lleva a identificarse con lo feo y despreciado, y a veces hasta con las formas de la naturaleza que la sociedad rechaza o teme. En La Garganta del Sapo hay una preeminencia de los rebeldes y los fuertes, un culto de los extramuros de la ciudad (…) en su primer libro de tono confesional —como suelen serlo casi todos los libros primeros de los poetas jóvenes, y éste lo es hasta en el título, que parece desafiante y sólo resulta dulcemente emotivo, La garganta del sapo— José Sebastián Tallón elige a los habitantes de la tierra, precisamente por mínimos y desvalidos, precisamente por dejados de la mano de la belleza, para descubrirles una gracia que no muere, una eterna unción, invisible, como la del destino anónimo de su cantor:
Tú, como yo, eres manso y tienes mi alegría;/ mis músculos te salen en tus brazos de atleta/ ¡te pareces a un niño, tu mirada es la mía,/ y hasta mides tus cantos como un viejo poeta!”
(…) Sólo dos años separan a La Garganta del sapo de Las Torres de Nuremberg, este libro que acaba de cumplir treinta. Pero en esos dos años Tallón se ha despojado de ciertos elementos que ubicaban directamente su poesía en una época y en un país; ha afinado su propio instrumento y ha concretado las formas. En Las Torres de Nuremberg, cuya primera edición es también de Samet, en 1927, José Sebastián Tallón aparentemente ya no obedece a su contorno ni refleja lo que la realidad social o temporal puede dictarle (…) para mí Tallon es el poeta de la infancia de Buenos Aires, de una ciudad que para entonces poco se empinaba sobre su chatura, pero podía tener torres y llamarse Nuremberg; y que no era Nuremberg, la de Alemania, sino una transposición de la ciudad de los cuentos y de los juguetes de la infancia (…) La distancia que media entre La Garganta del Sapo y Las Torres de Nuremberg es la que va del sonido al sentido, o a la significación de las cosas en el mundo. Que eso es lo que el oído de Tallon percibe ahora, como si se le hubiera afinado en su trato con los niños, o con los elfos: una pequeña voz significante con la que habla la realidad, pero sólo en el lenguaje que entienden los poetas.”
(…) Creemos, con Tallón, que las palabras tienen una resonancia directa en el alma cuyos primeros contactos con el mundo fueron realizados mediante un determinado idioma, que por eso se llama lengua natal. Esas palabras representan objetos, y evocan plásticamente seres y lugares que corresponden a un ambiente físico y a un espacio en la historia. Por eso, dentro de lo universalidad de temas en que se mueve la poesía de Las Torres de Nuremberg, nosotros, porteños, podemos reconocer los timbres y las tonalidades de nuestro contorno, y destacamos, en la sinfonía total, esa melodía poética que conforma nuestra infancia de Buenos Aires. Porque la Canción de la Lluvia en el Paraguas puede darse en cualquier ciudad pluviosa del mundo, pero sólo en la nuestra su fácil aliteración —conseguida, no con monotonía, sino con la caprichosa y siempre rítmica repetición de la palabra ´gota´— puede despertar en el ánimo esa tediosa y a la vez alegre sensación de cosa vista y vivida, de edificios y calles de pavimentos bañados y de muchedumbre presurosa en la que se destacan individuos como nuestro vecino o nosotros mismos, corriendo en busca de un tranquilo refugio. Quiero decir, que es una estampa discontinua, pero repetida, de nuestros días y nuestras nubes, sin estación a plazo fijo; una proyección del clima de Buenos Aires:
... Pero a mí me gusta,
como esta mañana,
despertar oyendo
la lluvia en la casa;
y salir dichoso,
después, a escucharla,
gota gota gota
bajo mi paraguas...
… Pero hay una lluvia
más lenta, que baña,
con suave ternura,
los coches que pasan;
¡me envuelve ese arrullo
tan tierno! Me habla
gota gota gota
bajo mi paraguas.
Y así es la que oyen
cantar en voz baja,
de noche, los niños
que están en la cama;
hay algo muy dulce,
de madre, que anda
gota gota gota
cantando en el agua.
Pero si en su arrullo
se siente arrullada,
la lluvia, con sueño,
se esconde en las plantas;
y así, cuando vuelvo,
la traigo en el alma,
gota gota gota
bajo mi paraguas.
Tapa de Las torres de Nüremberg en la edición de Kapelusz (1963) y de Colihue (1991)
Una versión inesperada de Caperucita Roja
En 2006 se publicó en el Boletín Electrónico Imaginaria un artículo que preparé sobre el cuento de Caperucita Roja y que se llamó “Cinco palabras bastan…” Años después, elaboré una segunda parte que titulé “Otra cita con el lobo”, que quedó inédita. Allí ejemplifiqué con nuevas versiones del cuento y las que aún no había descubierto. Tal es el caso de la versión de José Sebastián Tallon. En este nuevo artículo señalo lo siguiente: “hubo un título que no registré en su momento y lo sentí como una omisión imperdonable. Se trata de la versión que logró José Sebastián Tallon (1904-1954), escritor argentino, nieto de inmigrantes irlandeses. El texto lleva por título Resurrección de Caperucita Roja y es parte de Las torres de Nüremberg, cuya primera edición es de Samet, en 1927. Publicado luego por Pilmaiquen en 1952 (existe un ejemplar con dedicatoria del autor, donado por María Hortensia Lacau de Rosetti a la Biblioteca Nacional de Maestros). También editado por Kapelusz en 1962, con una segunda edición de 1973. La misma contiene ilustraciones del propio Tallon, complementadas con dibujos de Fernando Colombo, ya que la muerte prematura del escritor frustró su propósito de ilustrarla en su totalidad. Fue reeditada en 1991 por Colihue en la colección Libros del Malabarista, dirigida por Gustavo Roldán. Hoy pienso que Tallon y su obra merecerían una edición homenaje y esta versión de Caperucita Roja, en particular, una edición aparte.
Esta rara versión de Tallon se presenta en dos breves escenas. Aunque no se anuncia como obra de teatro, se desarrolla a través de diálogos y acotaciones como una pequeña obra teatral.
La escena I: “Es de noche en el bosque” tiene como personajes a La Madre de Caperucita y El Lobo. Comienza con la madre preocupada porque no sabe dónde está su hija y la busca por el bosque. Para que el lobo no la oiga se quitó los zapatos y sus pies heridos dejan rastros de sangre. Primera y notable diferencia (de ahí la rareza que mencionaba): el momento de inicio de la narración y una madre preocupada que busca a su hija. Por una acotación sabemos que el lobo ya se ha comido a la niña y a su abuela y se alegra al encontrar el rastro de sangre que dejó la madre.
En la escena II: “Es de mañana en el bosque” la madre vuelve sobre sus pasos y deja caer sus lágrimas encima de la sangre. El lobo cree que son gotas de rocío y como tiene sed, las bebe, pero esas gotas del llanto de la madre obran como veneno. Caperucita sólo habla al final para explicar lo que ha sucedido: “-¡Bebió una cosa tan amarga el lobo, que abrió la boca y nos volvió a la vida!” Otra de las diferencias respecto de las demás versiones consultadas, sería que la madre es quien interviene para rescatarla. La abuela es sólo aludida y la figura materna cobra protagonismo. (En Detective Chatterton de Yván Pommeaux, citado en el artículo anterior, debemos mencionar que la madre también tiene una participación importante ya que va a pedir ayuda al detective para que la rescate). Conducta que evoca el mito de Deméter y su hija Perséfone”
*A quienes les interese leer su obra, la editorial Colihue reeditó sus textos: El sapito glo glo y Rapatonpocipitopo en 1990, en la Colección Los Morochitos y Las torres de Nüremberg en 1991, en la Colección Libros del Malabarista, ambas dirigidas por Gustavo Roldán.
Bibliografía y notas
BOLAND, ELISA. (2011) Poesía para chicos. Teoría, textos, propuestas. Rosario: Homo Sapiens.
BRAVO-VILLASANTE, Carmen. (1987). Historia y antología de la literatura infantil iberoamericana. Vol. 1, Madrid: Doncel.
ESPÓSITO, Fabio (2020). «Semblanza de Jacobo Samet
(Kishinev, 1898 - Buenos Aires, 1981)», Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
- Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) - EDI-RED, en
http://www.cervantesvirtual.com/obra/jacobo-sameteditor-kishinev-1898-buenos-aires-1981-semblanza-1032393/
(Véase también DELGADO, Verónica y ESPÓSITO, Fabio (2006). 1920-1937. La emergencia del editor moderno. En: DE DIEGO, José Luis. Editores y políticas editoriales en Argentina, 1880-2000. Buenos Aires:Fondo de Cultura Económica, 2006.)
MEHL, RUTH. (1992) Con este sí con este no. Más de 500 fichas de literatura infantil argentina. Buenos Aires:Colihue.
PARDO BELGRANO, María Ruth y NERVI, Juan Ricardo (1979). Lexicón de literatura infantil juvenil. Buenos Aires: Plus Ultra.
SARLO, Beatriz (2003). Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920-1930. Buenos Aires: Nueva Visión, 2003. p.100.
SCHULTZ DE MANTOVANI, FRYDA (1974). Vida y poesía de José Sebastián Tallon. En: Sobre las hadas. (Ensayos de literatura infantil). 2da. edición. Buenos Aires: Nova. (1ra. Edición 1959).
TALLON, José Sebastián (1991). Las Torres de Nuremberg. Buenos Aires: Colihue. Libros del malabarista. (1ra. edición Samet, en 1927. Publicado luego por Pilmaiquen en 1952 (existe un ejemplar con dedicatoria del autor, donado por María Hortensia Lacau de Rosetti a la Biblioteca Nacional de Maestros). También editado por Kapelusz en 1962, con una segunda edición de 1973).
WALSH, MARÍA ELENA (1993). La poesía en la primera infancia. En: Desventuras en el país jardín de infantes. Buenos Aires: Sudamericana. (Puede consultarse en el mismo blog: https://cosamiavarieta.blogspot.com/2019/11/la-poesia-en-la-primera-infancia-por.html)
(1) https://www.cosamiavarieta.blogspot.com (dos entradas sobre María Elena Walsh, una incluye el texto La poesía en la primera infancia).
(2) Solanes, Susana. José Sebastián Tallon: La ilusión de la infancia. Rosario, Tercer milenio en la cultura ¿2009? N°27. https://www.tercermilenioenlacultura.com
(3) https://www.classicistranieri.com/es/articles/j/o/s/ José_Sebastián_Tallon_8232.html
(4) https://poetassigloveintiuno.blogspot.com › 2014/09 › josé sebastián tallon